El logo existir nace de la escena y de su profundidad. Sin embargo, en este caso la profundidad no viene tanto sugerida a partir de las fugas o las leyes perspectivas clásicas, cuanto a partir de la tensión recíproca de dos contornos en permanente interacción.
Una tinta plana rellena el espacio generado entre ambos contornos, optando precisamente por el compromiso que exige una definición formal contundente y rotunda. Así, de la misma manera que la tinta plana llega a generar un fondo, el contorno sugiere un trasfondo, y la reciprocidad circular de dos figuras estáticas propicia un permanente movimiento por el que ambas se ven transcendidas hacia su propia profundidad.