Desde la antigüedad el hombre ha ansiado alcanzar el cielo. En este caso, la torre soñada busca ejemplos como la torre de Babel, pero la reinterpreta con un recorrido in crescendo, formando una espiral que aumenta en radio y que culmina con un trampolín de vidrio que permite volar a aquel que lo alcance.
Desde la lejanía se muestra como un tornado, una estructura sostenida por el viento que con miedo toca el suelo y se funde con las nubes, entre el todo y la nada. Creando así un sueño arquitectónico en el que perderse o encontrarse.