Estoy a punto de acabar el grado de bella artes que empecé hace cuatro años en la universidad del país Vasco de Leioa. Aunque empecé con muchas dudas sobre la elección que había tomado, no tarde en darme cuenta lo bien que había hecho.
Estos cuatro años he aprendido tanto, y no me refiero solo a lo académico, sino a todo lo que se aprende en los pasillos, compartiendo con tus compañerxs y aprendiendo mucho de esas conversaciones distendidas entre cervezas.
A veces creo que he aprendido y conocido a un montón de gente gracias a ellxs. Por supuesto he tenido grandes profesoras que me han hecho darme cuenta de lo esencial, ese click que te hace ver y hacer desde otra sensibilidad, te conecta.
No quiero dejar de estar conectada a este campo de la creación, de lo artístico, por eso ahora que empiezo a ser adulta, o eso se supone, tengo ganas de moverme y aportar lo que tengo.
Mi manera de hacer es muy procesual, disfruto de ese tiempo en el que el proyecto se esta gestando y todo lo que te rodea parece conectarse con este. Sentir esa montaña rusa emocional de cuando estas tan implicada me engancha mucho, por lo que necesito evadirme y en ocasiones hacer por hacer y desbloquearme de esos momentos de frustración.
No soy de las que se encierra en su habitación/estudio y se tira toda la noche sin dormir porque esta muy metida con su proyecto. A mi me interesa más ese fluir con cada día y ver como crece poco a poco, con sus tiempos de avanzar y de dejarlo estar.
