Según la tradición, la magia de la luna menguante señalaba el momento propicio para rellenar las barricas. La unión de los dos extremos de la etiqueta dibuja la luna, dejando pasar la luz a través de ella, que cambiará de color dependiendo del color del vino.
La etiqueta contiene una mini-etiqueta perforada para poder llevarla de recuerdo y no olvidar sus encantos.