El entorno de la Dársena de Portu, donde se construirá el parque de Ribera
del Nervión en Barakaldo, es un gran vacío que muestra las trazas de su
historia. En su parte sur lo cruza en diagonal el ferrocarril que lo divide en dos
plataformas inconexas, y la falda este del cerro de Arrontegi se encuentra con
la gran explanada artificial situada al borde de la ría que alojó en el pasado
una industria importante. Es un lugar algo desdibujado, pero de gran belleza y
con un extraordinario potencial. Disfruta desde su cota superior de unas vistas
espléndidas sobre la ría y de un frondoso y silvestre paisaje horizontal desde en
su nivel inferior.
El proyecto subraya las cualidades de ambos lugares –terraza superior y
explanada inferior– y elimina la fractura que existe entre ellos con una topografía
artificial que enlaza con naturalidad el borde de la ría y el frente urbano del este
de Barakaldo. El parque formaliza así tres franjas: [a] la gran terraza arbolada que
proyecta la ciudad sobre las vistas de la ría; [b] una ladera tapizada de vegetación
silvestre y espontánea que resuelve el desnivel y aloja los accesos; y [c] una
campa extensa con caminos que se entretejen entre praderas naturales abierta
a cualquier actividad. La campa es un escenario abierto y despejado en el que
todo puede ocurrir. Sin especialización ni jerarquías. Un partido de fútbol, las
aventuras de los juegos infantiles, poner las cometas al viento, el encuentro entre
jóvenes, una merienda, una celebración, un paseo a pie, en bicicleta o patinando, o
simplemente la contemplación del paisaje único de la ría y la dársena.
Las trazas y los caminos del parque se enlazan con los recorridos urbanos y
suburbanos. Se extienden al norte hasta la Ruta de la Costa Vasca y el Parque de
Ribera del río Galindo. Al sur conectan con el camino que viene de Lutxana y entra
en el casco, cerrando un anillo peatonal y ciclista que abraza Barakaldo.
El proyecto es una propuesta abierta. Evita determinar o limitar los usos futuros
y permite muchas actividades posibles. Construye el soporte para un espacio
vivo y cambiante, cuya definición y transformaciones reclaman la participación de
los ciudadanos. Es sostenible en sentido amplio; cuidadoso en el empleo de los
recursos, emplea soluciones de bajo coste y mantenimiento. Su diseño incorpora
una gestión del agua eficaz y limita el consumo energético en su construcción y
su conservación. Cuenta con los distintos grupos sociales y de edad, pero no los
segrega en espacios especializados. Es un parque para todos.