Podemos considerar a nuestra sociedad como una de las más avanzadas en el camino hacia la tolerancia y el respeto. Sin embargo, en los últimos años hemos visto como se ha mirado hacia otro lado mientras millones de personas huyen y mientras aumenta la intolerancia de una gran parte de la población de países desarrollados.
Así que, como ciudadana y activista gráfica, me indigna esta situación. Me indignan las caravanas de inmigrantes, las mafias, que el Mediterráneo sea la mayor fosa común existente, los muros y las vallas con muros de cuchillas, los discursos políticos que afloran últimamente en el panorama internacional.
Pero lo que más me indigna es que, ante todo esto, se mire hacia otro lado. Por eso, este cartel pretende aportar su grano de arena. Un cartel que no habla de una situación en particular, habla de todas.
Un cartel que se presenta como resultado de un exhaustivo análisis, reflexión y rechazo al racismo, llegando a la siguiente conclusión para su comunicación gráfica: un cartel que en sus inicios comenzó siendo construido recurriendo a la imagen como un mecanismo de persuasión, pero al final fue la palabra la que, mediante la simpleza, se convirtió en el mismo discurso.
