Este proyecto narra la historia de las tres fases más significativas que he vivido en la casa de mi infancia, en un pueblo de Guipúzcoa. La primera etapa comienza cuando mis padres se mudan, yo apenas tenía un año y medio.
Unos meses más tarde nació mi hermana. En esta etapa trato de representar una casa habitada por una familia. Una casa con piscina y jardín domesticada. Limpia y ordenada. La segunda etapa comienza cuando nos mudamos a San Sebastián a raíz de la muerte de mi abuela.
Mi padre decidió soltar dos peces naranjas en la piscina. Desde ese momento la piscina empezó a cambiar, se fue volviendo más verde y de pronto nos la encontramos llena de peces.
Enseguida se creo un pequeño ecosistema, solo fue cuestión de tiempo que la naturaleza fuera apropiándose del lugar. La condición de la piscina a atraído a otros muchos animales como garzas, patos, martines pescadores, libélulas.
Esta segunda etapa representa la apropiación de la naturaleza en un espacio aparentemente deshabitado. Los peces que soltó mi padre fueron nuestro relevo y los que mantuvieron con vida ese lugar.
En la tercera y última etapa volvimos a ir a vivir a la casa después de mucho tiempo y nos encontramos un paisaje descontrolado y libre. Nuestra labor dejó de ser domesticar la naturaleza, y fue entonces cuando empezamos a conocerla y observarla.
La historia acaba con una cinta de casete que nos encontramos un día de los que estábamos transplantando esquejes en la piscina. Durante las dos etapas que hemos vivido en la casa, van apareciendo trozos de esa conversación recuperada de cuando mi hermana y yo éramos pequeñas para plasmar nuestro recuerdo y lo que ha supuesto vivir ahí para mi.
Este proyecto es la unión de dos historias paralelas, la evolución física y la evolución emocional de la casa de mi infancia.