Descripción del proyecto
Una educación violenta es una serie de tapices(en principio tres) de grandes dimensiones (280 X 360 cm cada uno) cosidos a mano, en donde se reflexiona
sobre el modelo educativo de nuestra sociedad y cómo está basado en la violencia institucionalizada.El proyecto se propone como un repaso a los
formatos relacionales asumidos, y la manera en la que los incorporamos inconscientemente en nuestro comportamiento, aunque de manera consciente los
rechacemos.
Desde cualquier plataforma actual nos llegan imágenes violentas legitimadas. Lo vemos en la ficción,en los programas televisivos, en los deportes, en los
debates políticos y en general en el comportamiento ciudadano. La violencia nos rodea y acompaña desde la escuela hasta nuestra vida laboral como adultos,
y se impone la manera en la que valida las ideas, la violencia se utiliza como argumento, sustituyendo otros formatos y a menudo es el marco en el que se
construyen nuestras relaciones sociales y afectivas.
Si es posible una sociedad mejor y si es posible construir lazos interpersonales que no estén supeditados a modelos de violencia pasa inevitablemente por repensar los modelos educativos, sus estructuras jerárquicas y por la construcción de espacios de pensamiento respetuosos.
El tema y el formato:
La idea es mostrar, en tres grandes imágenes textiles, alegorías de la educación violenta que recibimos y de sus consecuencias. En principio en un formato de tríptico, pero esto puede cambiar en función de cómo se vaya desarrollando el proyecto aún en proceso.
El tapiz central muestra unas manos que llevan armas (en su mayoría palos, pero habrá también otros elementos), que componen la imagen simétrica de un
enfrentamiento. Desde la derecha y desde la izquierda estas manos armadas se sostienen en el aire como una crispada confrontación detenida.
En el centro de la imagen, como un elemento axial que detiene toda esta actividad bélica, sobre un pequeño estrado un caballete de madera sostiene una
corona de laurel, como la que se coloca en homenaje a los héroes y los caídos. La cinta de la corona lleva una frase de Arthurd Rimbaud: “Voyez comme le feu
se relève! Je brûle comme il faut.” (¡Mirad cómo se reaviva el fuego! Ardo como es debido.) La corona hace alusión a las víctimas de la violencia y la frase, que viene de su texto Noche del infierno, hace referencia a la devastadora destrucción que nos rodea; a la tradicional pira en la que se quemaban las diferencias y se anulaban las desigualdades.
Los otros dos tapices no están definidos aún, aunque en términos muy generales uno debe hablar de los iconoclastas y la destrucción de lo bello (con estatuas rotas y fragmentos amontonados. Una especie de gran Piranesi sobre fondo rojo) y el otro debe hablar de la educación propiamente. Para este he pensado en coser un panel de imitación de madera en el que se vean imágenes estilizadas de lucha grecorromana sacadas de las ánforas clásicas, como si fuera una tabla de ejercicios de un gimnasio y una pareja de luchadores a tamaño real ejercitándose. El conjunto de las diferentes piezas cobra unidad
porque los fondos serán del mismo material (terciopelo rojo) y porque el lenguaje visual es similar. La composición central crea cierta simetría, lo que hace que las composiciones laterales se relacionen con esta.
La técnica:la palabra tapiz no se ajusta técnicamente al proyecto que presento, pues la imagen no se hace tejiendo la trama, sino con aplicaciones
cosidas superpuestas de diferentes tejidos sobre un soporte textil. Esta técnica se usa desde la antigüedad y en castellano se denomina repostero.
Es un trabajo metódico y laborioso que alterna la máquina de coser con el cosido a mano de las diferentes piezas. Me parece interesante indagar
en la expresividad de esta técnica que no me da el virtuosismo del dibujo o la pintura con la que trabajo a menudo, y que me ofrece una expresividad completamente nueva para mi.
Me interesa también el hecho de que es una técnica a menudo denostada, precisamente por ser mayoritariamente practicada por mujeres, y precisamente, me interesa como hombre poder trabajar desde el margen exterior del estereotipo. Ser un hombre que cose me permite enfrentar y cuestionar los iconos de masculinidad impuestos, que a menudo son los que generan la violencia que nos rodea y que, como dice Rimbaud, nos consume.
Recorrido:
En principio la idea es la confección de los tapices como formas artísticas autónomas en sí mismas. Pueden exponerse juntos o separados, pero tampoco se descarta que en el proceso de producción puedan surgir nuevos usos de estas piezas que puedan contextualizarlas en otros formatos, por ejemplo, que se usen para una pequeña pieza de videocreación en la que los tapices constituyan un fondo narrativo para la acción de unos intérpretes, o que puedan ser en sí mismos el escenario de un encuentro en el que puedan leerse poemas o cantar unas canciones sobre el mismo tema. Estas acciones pueden generarse en un futuro dictadas por la realidad de las piezas y sus posibilidades
de expansión, pero no son imprescindibles en la concepción actual de la propuesta.