Comencé en el mundo del diseño de manera completamente inconsciente haciendo pequeños trabajos personales, para amigos y familiares, que con el tiempo ampliaría a clientes esporádicos y años más tarde formándome en una escuela superior de diseño, llegando a conocer un mundo del que, literalmente, quedé absorbido.
Personalmente, me gusta comprimir el diseño gráfico en un único concepto: versatilidad. Debido a la gran cantidad de disciplinas que alberga (y que seguro todavía quedan por surgir) se me hace muy interesante la elección o la suma de todas ellas a la hora de comunicar, proporcionándome infinitas posibilidades para poder moldear mensaje y concepto visual.
Hay algo dentro de mi que todavía no he llegado a definir, que consigue mi completa implicación, e inmersión en los abismos menos insondables, cuando un proyecto interesante se cruza en mi camino.
Durante el proceso creativo, me subo a la máquina del tiempo y retrocedo hasta donde sea necesario para ser consciente del contexto histórico del proyecto, empapándome de materia prima inicial para finalmente moldearlo con herramientas y conceptos de hoy en día.
Intento contar y diseñar una historia atemporal con los menos elementos posibles y siempre cerrando con un inicio existente y un final (si así lo requiriese) funcional, concluyente y beneficioso para el proyecto.
Le tengo gran aprecio y respeto a mi profesión, por ello intento tratar con mimo y esfuerzo todo aquel proyecto que merezca la pena.
