Santa Hildegarda de Bingen fue una santa abadesa benedictina alemana que, en el siglo XI, comenzó a estudiar el uso del lúpulo en el proceso de elaboración de la cerveza. Sin embargo, actualmente existen un número considerablemente superior de cervezas dedicadas a hombres religiosos. Así nacen las cervezas artesanas Hermana, haciendo homenaje a las monjas que han dedicado parte de su vida a la cerveza, como reacción a la gran cantidad de bebidas alcohólicas que ya hay en el mercado dedicadas a monjes.
Las variedades de cerveza se diferencian con nombres propios que evocan las características específicas de cada cerveza. Hermana Clarita es, por razones evidentes, una cerveza con limón; Hermana Loreta, lleva la sonoridad de una tostada y Hermana Bárbara apela a la potencia de las cervezas bávaras.
Las ilustraciones limpias y amables desvinculan la marca del imaginario religioso a la vez que aportan un punto humorístico que contrasta con la masculinidad asociada tradicionalmente a esta bebida. Se mezcla un tipografía de estilo suizo sin serifas con una de aspecto más naíf para llegar a una identidad actual pero con carácter. Sus trazos dinámicos y aspecto hecho a mano hace referencia al mundo de la artesanía, tan relacionado con el ambiente de las monjas.
Cada botellín lleva dos etiquetas impresas en papel rugoso reciclado de 115g/m2. Además, el diseño con escasos bloques de color ayuda a facilitar el posterior reciclaje.