Espectáculo multidisciplinar que une diferentes disciplinas para representar de una manera común la poesía del catalán Lluís Solà y Sala. El protagonista, el Caminante, hace un viaje interior a través de los elementos externos que lo rodean –paisaje escénico- con el objetivo de buscar una respuesta que el desencadene de su dolor y lo acerque a la liberación.
El espacio escénico representa el universo interior y exterior del caminante. Consta de tres cubos móviles, reversibles que simbolizan los diferentes espacios de su mente. Estos cubos pueden proyectar imágenes o pueden transparentar lo que hay en su interior, cosa que permite que los personajes habiten, se muevan e interactuen.
Para la propuesta gráfica también se plasmó este pensamiento de Lluís Solà: son diferentes elementos naturales del exterior que, al ser interrogados por sus pensamientos, han sido modificados y deconstruidos de manera poética.
Son un conjunto de equilibrios orgánicos entre ellos que, junto con una luz contrastada y teatral, generan una serie de tensiones e inquietudes que evocan a la esperanza y el sufrimiento de sus poemas.
Estas piezas están pintadas de blanco con el fin de evocar a la atemporalidad de la que habla Solà. El caminante que parado en el fondo de la valle sopesa, inquieto, el pasado y el futuro, y se desconoce, ve como las nubes hinchadas, deslizan perezosamente sobre el río, los prados y las montañas.
Las nubes son los peregrinos infatigables de la temporalidad.
