Este proyecto es un caso donde el tamaño no es importante. Un matrimonio con 2 hijos decide cambiar un caserío en las afueras de Abadiño por un pisito de 70 m2 en el centro del pueblo. Lo de pisito era cierto, pero como era el último piso de un viejo bloque, con estructura de madera, decidimos desnudarlo entero y aunque tuvimos que respetar el requisito de habitaciones cerradas convencionalmente, conseguimos mantener el carácter de un espacio visualmente transgresor, pero con un lenguaje reducido, sello de nuestra filosofía. Sólo había altura suficiente como para estar de pie en la zona central, donde colgamos una pequeña entreplanta auto-soportable, a través de la balaustrada estructural, para poder desahogar el espacio común donde disfrutar de una luz natural y del paisaje gracias a una ventana en el techo. A nivel cromático, se reduce a la gama entre blanco y grises, combinada con una imitación a madera oscura con pinceladas de un color caldera. Los vinilos y espejos son trucos para mimetizar y transformar los espacios. También resolvemos el orden a través del tratamiento de suelos delimitando y dando confort a los espacios que así lo merecen. Por último, la combinación de mobiliario de 'marca' con otro más 'popular', consigue adaptarnos a los presupuestos, otro requisito del cual no hay que olvidarse. Pureza de líneas junto con las históricas, es el fruto de este trabajo que resolvemos en 3 meses, gracias al desarrollo previo del proyecto y una coordinación adecuada, cuando el cliente confía..
