Poder resolver el interior de un caserío de manera íntegra desde el inicio y adelantándonos a la constructora, consiguió un resultado sorprendente, pero ni por ello negativo para el entorno exterior. En este caso, adaptar 600 m2 para una familia de un matrimonio y sus 2 hijas era el reto. Sin caer en la frialdad, espacios abiertos con divisiones ligeras, confortables, utilizando zonas blandas y con el método de reducción de lenguajes, aglutinamos todos los espacios, ocultando espacios a través de cierres escamoteables y con pequeñas sorpresas más artísticas, dan como resultado una arquitectura interior fuera de lo convencional. También conseguir recorridos infinitos ayuda a hacer del caserío un gran laberinto pero con final feliz. Gracias al truco de colocar 2 escaleras (una en la cocina, de un solo tramo con balaustrada de cristal transparente y otra circular, con balaustrada ciega de hierro, en el corazón de la vivienda bajo un gran tragaluz), nos recuerda un patio interior que en otras culturas se utiliza cuando no hay otros recurso, como suele ser el caso de los caseríos. En este caso también se han colocado grandes ventanales para conectar interior y exterior. No es habitual tener vía libre a nivel creativo, pero a pesar de ello no hemos querido recurrir a elementos comerciales ni visualmente llamativos, para poder crear un entorno sosegado y controlado mirando más por el conjunto, procurando ofrecer un lugar donde la paz y tranquilidad reinen..
