Los hermanos Barricarte quieren iniciar un nuevo proyecto vinícola en el que el cuidado por los detalles sea la máxima que guíe siga la bodega desde la viña hasta el packaging. Con tres generaciones de viticultores tras sus espaldas ahora es cuando deciden dar un paso adelante y, de sus mejores parcelas, ofrecer un vino con el que se sientan identificados y que les represente.
A partir del apodo con el que son conocidos en su pueblo – Rompecopas – construimos un imaginario propio, diferencial y que sirve para poner el punto de mira en el disfrute del vino. Inspirándonos en la historia real del mote trasladamos a todos los elementos esa narrativa.
Una historia que nos lleva a descubrir lo que Rompecopas significa y que nos transporta a tiempos en los que el esfuerzo y el trabajo eran valores en sí mismos como garantía de éxito.
OBJETIVOS
Rendir homenaje a las generaciones anteriores y su manera de entender la viticultura.
Tejer un relato que enganche, del que sean propietarios y beba de sus tradiciones y referencias familiares.
Una gama en la que cada vino tenga su personalidad y estén conectados por una misma historia.
PROPUESTA
Buscamos transportar a quién lo pruebe a otro momento en el que se valoraba el esfuerzo y la dedicación el poner todas sus energías en sacar adelante un proyecto, tiempos en los que la palabra dada, la franqueza en la mirada y un apretón de manos eran así era el abuelo Agustín, esforzado viticultor que apreciaba y diferenciaba un buen vino de uno excepcional y que para conseguirlo había que trabajar en la viña, en el origen.
Día y noche, sin descanso, con denuedo, apenas celebraba o festejaba, tal era su empeño en hacer de sus viñas la máxima expresión de la excelencia que sus vecinos comenzaron a llamarle rompecopas de manera cariñosa como exageración de su ausencia en los bares y tabernas.
Mote que ha permanecido ligado a la familia generación tras generación. Orgullo de que se les reconozca como auténticos y esforzados viticultores que sueñan con despertarse un día en un mundo sin malos vinos…
Apalancamos toda la propuesta en reflejar ese momento concreto con una clara inspiración vintage que nos lleve a un momento muy concreto.
SOLUCIÓN GRÁFICA
Una composición tipográfica rotunda que refleje el carácter de los Rompecopas, francos, directos, honestos, sin artificios y sin dobleces. Una declaración de intenciones que se plasma en todos los elementos, desde la copa rota por un rayo, hasta la frase que la acompaña: “primum vivere, deinde philosophare” primero vivir… y luego filosofar. Un proverbio pragmático que encierra grandes dosis de verdad. La vida y la filosofía como dos vectores esenciales del ser humano, a veces excluyentes y otras complementarios.
Las palabras justas y apropiadas para describir, evitando ilustraciones, lo que Rompecopas propone: la ausencia de distracciones.
El verbal branding amplifica esta intención en todas las piezas que componen el packaging, como aparece en el collarín; Dedicación y Constancia: Los dos maestros que nos guían: la entrega plena sin límites y el ánimo para esforzarnos.
PRODUCCIÓN
Rompecopas explora la materialidad y la ausencia de elementos superfluos en su producción. Texturas neutras, apenas intervenidas y procesos que añadan información sin opacar el mensaje de mostrar que lo más importante está en el interior de la botella como expresión de su forma de entender la viticultura.