As-Saqyha, la ciudad regada por el oro (la ciudad y el agua)

Carlos Casas Rico

El relato: Cuando el visitante llega a As-Saqyha, un relajante sonido acuático le invade allá por donde camina, pero ya ni rastro queda de él. As-Saqyha no siempre fue así. Fue construida sobre un gran lodazal que, los sabios inmigrantes que llegaban del Sur, la llamaban la ciudad del barro (Madinat-al-turab).

Estos sureños eran conocedores de la fertilidad de aquellos lodos y, para controlar su excedente, decidieron crear puertas. Así, cada habitante empezó a construir su puerta con la que regular la riqueza que les daba vida y alejar los excesos que los condenaban.

Pronto, los habitantes de As-Saqyha convinieron en la necesidad de crear, con el resto de vecinos, una puerta lo suficientemente grande que salvaguardara y enriqueciera la vida en grupo.

Estos grupos acabaron aunándose, a su vez, con otros grupos de vecinos que decidieron también resguardar su puerta principal con otra más grande que acogiera a todos. De esta forma, en la ciudad se generó una cadena de concatenaciones, de lo pequeño a lo grande; una red que acabó conectando a casi todos sus habitantes, que se encuentran dentro de una gran y única puerta, de estilo gótico, de la que todos son responsables.

Lugar emblemático que les servía, además, como punto de reunión, donde compartir sus inquietudes; aplicar sus mejoras en la gestión y recriminarse o castigar algunas imprudencias particulares con el trato del agua.

Un espacio donde unos hablaban y otros escuchaban. Aquella puerta se convirtió en el gran tribunal de la ciudad. Pero no todo era perfecto… o sí. No todas las puertas estaban bajo la protección de “la gran puerta”.

Éste fue el caso de “Los Sobrantes”, un grupo desfavorecido de habitantes que quedó fuera de este perfecto sistema de control y gestión que dominaba la riqueza y debía conformarse con los desechos que el grupo principal dejaba llegar a su puerta.

Con el paso del tiempo, los habitantes de As- Saqyha descubrieron que, al igual que podían abrir la puerta para que entrasen esos codiciados lodos, debían también usarla para dejar salir sus excedentes, que empezaban a ser muchos.

Tantos, que finalmente llegaron hasta la puerta de aquel grupo desfavorecido, fuera del sistema. Fue así como “algo mágico” ocurrió en As- Saqyha y, aquello que para algunos eran desechos, para otros se acabó convirtiendo en su gran riqueza.

Tal fue la alegría de “Los Sobrantes” al ver aquello, que les recordó a cuando sus sabios antepasados del Sur llegaron por primera vez a estas tierras llenas de lodos. Tal era la riqueza que comenzaron a generar esos desechos para ellos que exclamaron: “¡Esto es oro!”.

Desde entonces hasta hoy, en su puerta así quedó reflejado. Características de la pieza: - Tipología: Broches- Materiales: Plancha oxidada, tuercas, pan de oro, latón, baño de plata fina.

- Técnicas: Segueteado, remachado, soldadura, ensamblado, barnizado y galvanizado. - Dimensiones en milímetros (alto X ancho X grueso): 115x38x49 mm. Descripción del proyecto: Tratamos de entender la “vida” de las urbes observando sus infraestructuras, desarrollo y planos, pero también analizando el día a día de sus habitantes y los detalles que le otorgan su propia identidad.

“La ciudad y el agua” relaciona la joyería con la literatura mediante la creación de una serie de 5 broches basados en 5 relatos de autoría propia, inspirados en estilo prosístico del libro de Ítalo Calvino, Las Ciudades Invisibles.

La serie interpreta la vinculación de mi ciudad, València, con el agua. Para el diseño y ejecución de las joyas se han utilizado materiales alternativos, metales nobles y estructuras y formas que reflejan los conceptos y evocaciones presentes en los relatos.

Estudio histórico: La huerta de València es uno de los paisajes más característicos del territorio valenciano. Atendiendo al histórico sistema de riego de la misma, a lo largo del siglo XX, se han realizado numerosos estudios y existen diferentes teorías con respecto a su origen: que fue inventado en época romana o que su origen es andalusí.

En lo que todas las investigaciones coinciden es que, en el momento de la reconquista cristiana por parte de Jaume I, este sistema y su organización jurídica ya existía. Ya en el siglo XXI, el historiador Vicent Baydal describe en su libro València no s´acaba mai (2016) como su colega medievalista, Ferran Esquilache, tras un minucioso trabajo de campo de arqueología hidráulica realizado para su tesis doctoral Els espais agraris i l´estructura social d´una gran horta fluvial andalusina.

La construcció i evolució l´Horta de València entre els segles VIII i XIII pudo asegurar que el sistema hidráulico tal y como ha llegado a nuestros días es de origen andalusí. Una de las grandes novedades que aporta el estudio de Esquilache y que comenta Baydal es que: “mientras que durante mucho tiempo los autores consideraron que una obra tan magna como el conjunto de la huerta de València no podía haberse llevado a término sin la dirección de la ciudad y el Estado andalusí, su investigación muestra, por el contrario, que fue construida de manera autónoma por pequeños grupos tribales y clanes expertos en el diseño de espacios agrarios hidráulicos.

De hecho, cuando llegaron, València debía ser un pequeño emplazamiento urbano que con el paso del tiempo pudo crecer con fuerza precisamente gracias a la enorme riqueza agrícola y mercantil que aportaron los labradores bereberes y árabes que habían construido el sistema de acequias.

L´Horta en realidad, hizo que València acabara convirtiéndose en una medina importante. ” Otra de las vinculaciones más representativas de València con el agua queda materializada en lo que se conoce como el Tribunal de las Aguas.

No es posible datar con exactitud el inicio de este Tribunal, pero es muy probable que la organización que hemos heredado provenga de época andalusí y fuera perfeccionada desde la reconquista cristiana de la mano de Jaume I.

Este modelo de impartir justicia ha sido respetado y conservado a lo largo de los siglos por el pueblo valenciano y ha resistido al paso del tiempo hasta nuestros días, siendo declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2008.

El Tribunal está formado por ocho síndicos, uno por cada acequia madre, y un presidente. Todos ellos son elegidos de forma democrática de entre los miembros regantes. No es una autoridad superior la que elige a sus jueces sino las propias bases, lo que hace que se busque siempre elegir “al miembro más honrado y justo”.

Los jueces aquí son personas ajenas al derecho, pero grandes conocedoras de las normativas y sentencias que deben aplicar. Sentencias que jamás han acabado en la justicia ordinaria, ya que han sido acatadas siempre.

Según se explica en la web oficial del Tribunal de las Aguas (www. tribunaldelasaguas. org), en su apartado Historia, “Ocho son las acequias madre que toman agua del río Turia a través de sus azudes; por la margen derecha, las de Quart, Benácher y Faitanar, Mislata-Chirivella, Favara y Rovella; por las margen izquierda, las de Tormos, Mestalla y Rascaña.

Ellas son las encargadas de retirar del río la parte correspondiente de las 138 filas en que se distribuye el agua del caudal existente en el lugar en que arranca la primera de las acequias, la de Quart; de esa manera, el agua llegará hasta la última de ellas y fertilizará los campos correspondientes sin verse perjudicada por su situación.

Hoy, las modificaciones ocasionadas por la construcción del nuevo cauce del río Turia con la Solución Sur han hecho variar el sistema de azudes con la aparición del Azud del Repartiment (‘La Cassola’) del que toman aguas las acequias de Rascanya, Robella y Favara, además de la acequia del Oro.

” La acequia del Oro, cuyo nombre oficial es el de Canal de Riego del Río Turia, fue promovida en 1822 por los agricultores de Alfafar para aprovechar las aguas sobrantes del río Turia.

Esta acequia no forma parte de la red de riego del Tribunal de las Aguas. Tal como informa el secretario de la organización Manuel Planells en el diario Levante EMV (25-01-2019): “El aprovechamiento de sobrantes está en el origen y en el nombre mismo de la acequia.

Se la llamó del oro porque el agua con detritus domésticos -por aquel entonces libres de detergentes y productos químicos- y del matadero de Valencia que les traía el Turia era el mejor abono para el campo.

Era agua con estiércol incorporado y “aquello se consideraba oro”. El trazado de esta particular acequia quedó en desuso tras la puesta en funcionamiento del Plan Sur y tiene como fecha histórica el 18 de enero de 1974, en la que fueron inscritos para el aprovechamiento de las aguas del río Turia por derecho propio, quedando para el olvido el marginal término de“aguas sobrantes”.

Pese a esta concesión, el 90% del suministro de su red procede de la depuradora de Pinedo.

Nacido en 1977 en València, ciudad en la que resido actualmente. De formación técnica, realizo estudios de ingeniería industrial. A nivel artístico me intereso de forma autodidacta por la escultura, la cerámica y la fotografía.

En el año 2016, ingreso en la Easd València donde realizo mis estudios de joyería y me intereso por la joyería contemporánea como disciplina para expresarme desde ese momento. La creatividad es algo que me ha acompañado desde la infancia.

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